sábado, 18 de febrero de 2017

Cazando en La Nava

Pienso que todos los cazadores tenemos predilección por alguna que otra finca, bien por haber hecho buenas perchas en ellas, por haber matado alguna buena res o por tenerle algun cariño especial.


En mi caso esta finca de la que hablo, La Nava, es por haber pasado mucho tiempo en ella, por haber pasado jornadas cinegeticas irrepetibles y por haber apredido a cazar allí...

La Nava
La culpa de que le tenga el aprecio que le tengo a esta finca, es mi buen amigo Angel.


Muchas son las horas que hemos pasado en esa finca,cazando y sin cazar.

Cazando en La Nava
Rara es la vez que sube Angel a la finca y no me llama para que lo acompañe...




A la memoria me vienen muchisimas jornadas de caza.Tiradas de palomas, con perchas que quedarán para el recuerdo y jornadas de palomas de las de no pegamos un tiro, habiendo echado previamente un buen rato en preparar cimbeles, puestos, señuelos...


De izquierda a derecha. Angel Gomez, ´´Finito´´ y  Nico Priego

También alguna que otra jornada de zorzales hemos echado en La Nava... algunos días de ensueño y otros de los que Angel se aburre y acude a mi puesto a contarme alguna batalla o para intentar cortarme algunos pantalones...


De izquierda a derecha. Nico Priego, Angel Gomez y Victor García.

Buena mañana de zorzales en La Nava


Recuerdo y creo que son los pantalones mas bien puestos que me han puesto en mi vida, aquella liebre, que después de llevar toda la mañana andando de un lado para otro, arranca de la orilla del carril y le suelto dos tiros sin tocarla, a esto que Angel desde otra perspectiva aún peor que la mía, le soltó un tiro y la hizo ``un taco´´...Me lo recordará el resto de mi vida...


Angel Gomez y Nico Priego con una buena percha de La Nava
También, me recordará de por vida,  aquel cochino  por la noche, ya de vuelta para la casa, se me paró en mitad del barbecho, y que si la luz del foco que no iba bien, que si los nervios, que si lo inesperado de aquel berraco a la luz de la luna....total que lo tiré y se fue sin tocar pelo.


Buen cochino cazado por Angel en La Nava.

Pero bueno, lo que prima en nuestras jornadas de caza, es el buen royo que hay entre los dos. Nos respetamos como si de hermanos se tratase y es que siempre que me invita a a cazar a La Nava, para mí es como si cazase en casa.







viernes, 10 de febrero de 2017

Monteando La Tejera

Que larga se hace una semana de trabajo, hasta que recibes una llamada para ser invitado a una montería. Esta vez eran los hermanos Cañete para ofrecerme una que darían ellos, la Tejera.


Llamé a mi amigo Ángel para que me acompañara ese día, así si no tirábamos, las risas estaban aseguradas.


Llegamos a la junta que sería en la explanada que hay junto en la Asuan, dirección Las Jaras. Muchas caras conocidas del mundo montero de Córdoba se daban cita esa mañana por allí. Eso te da una confianza, cuando llegas a una finca para montear y practicamente todas las caras son conocias, es un alivio, por lo menos bajo mi  punto de vista.


Cafe, migas, anís... y comienza el sorteo.


Nos tocó en suerte un cierre junto a la malla de Valdevientos. No teníamos ni idea  de donde íbamos, así que Angel y yo fuímos a preguntarle a los Cañete para que nos orientesen sobre el puesto. Con los nervios de la montería, nos dijeron que  no les disgusta el puesto, que a las 15:00 lo vemos...que típico esa coletilla de... a las 15:00 lo vemos...


Nos montamos el coche y después de un largo camino, llegamos al puesto.


Bajo mi punto de vista, tenía más pinta de cervuno que de cochinos, era bastante limpio, aunque por delante nos daba cara una vaguada con mucho monte, monte apretado del que nos podría sorprender algún cochinete si los perros lo trasteaban bien.


Tiradero de frente


Algunos fueron los tiros que se pegaron antes de la suelta. Siempre las reses son las primeras en poner tierra de por medio con el ajetreo de los coches entrando en la mancha, mientras que los cochinos esperan a que algún perro le apriete para abandonar su encame.

Por detras, nos entró alguna que otra cierva pero de momento no dio cara nada tirable.


Al llegar las rehalas a nuestro puesto, por la parte de atrás vimos correr alguna que otra ¨pepa¨ que andaban algo despistadas, sin saber que camino coger...



Cierva abandonando nuestro tiradero.


Trascurre la montería y nuestra paciencia empezaba a acabarse, los perros no daban cara a la vaguada de enfrente por lo que la posibilidad de salir algo de allí se iba acabando.


Estabamos contándonos batallas y acoplados en los catres, cuando de repente veo que se levanta corriendo Ángel y se encara el rifle...quita el seguro y POMMMM, tiró entre los chaparros, me levanté y conseguí ver que era una enorme cochina que venía zorreada, intentando abandonar el monte que teníamos por delante e intenta coger por mitad del ¨pelao¨, me lavanté y le suelté otro tiro que tocó a la cochina, aunque Angel anteriormente ya la había tocado... me dio tiempo a soltarle otro tiro que tambien la revuelca, pero no lo suficiente como para dejarla en el sitio, así que sigue sus pasos y se va por la parte de atras del puesto.


No dabamos crédito de lo que nos habia pasado,  no habíamos sido capaces de  dejar  patas arriba a esa enorme cochina y encima por ese ¨pelao¨ donde solo nos estorbaba la cochina, sabíamos que iba dada, pero el no haberla dejado en el sitio, nos hizo mofarnos uno del otro.

Por la encina de en medio apareceria la cochina
Pasaron los perros de vuelta y tocó recoger. Ahora tocaría pistear la cochina que por los revolcones que le pegamos, no estaría muy lejos.

Fuímos a los tiros y como imaginabamos había  rastro de sangre.Gracias a Ángel, que se le dá estupendamente esto de pistear, dimos con ella a unos 100 metros.

Angel Gomez y Nico Priego con la Cochina de la Tejera




Llegamos  a la comida y un catering extraordinario nos esperaba para darnos de comer.
Al acabar la comida, café y charla con los amigos que estaban por allí, que por suerte eran muchos.


Me acercqué a comentarle a los Cañete lo que habíamos hecho en el puesto, y le comento que he vuelto a tirar, y es verdad que siempre que me llaman para montear tengo la suerte de tirar...
Le damos las gracias y vuelta para la capital, esta vez no estaba muy lejos, en 15 o 20 minutos estabamos en casa.


La Tejera ya la había monteado anteriormente, pero siempre es placer montear una finca tan señera en el panorama cinegético estando además tan cerca de Cordoba.

viernes, 3 de febrero de 2017

Nos vamos de conejos a tierras Jiennenses.


La caza da muchos amigos, pero esta vez el que me llama para cazar con él, a pesar de que nos llevamos algunos años, es un amigo de estos con los que sabes que puedes contar para todo, y cuando hablo para todo, es para todo, es una persona que me ha enseñado muchas cosas y me ha dado consejos muy valiosos para la vida misma.

Esta vez me dispongo a cazar con mi gran amigo Juande Agredano. Juande es conocido en el mundo de la caza por haber tenido durante más de 20 años una rehala de las llamadas de ¨catrecillo¨. A sus espaldas cientos de monterías y cientos de reses abatidas. Con Juande he pasado jornadas inolvidables de caza menor.

La media veda siempre la inaguramos por tierras jiennenses y es que su mujer, Belén, tiene por allí un olivar dónde los conejos abundan.

Muy temprano quedo en su casa para recogerlo, cargamos el coche y sin demorarnos mucho,porque en pleno mes de agosto, no se puede estar en el campo pasando las 11 de la mañana, partimos hacia la primera parada, que será en el surtidor que hay camino de Madrid.
Tras un café,emprendemos la marcha, en poco menos de una hora llegamos a Las Capitanas.


 La modalidad que allí practicaremos es la caza del conejo a rececho. Mucha paciencia, saber andar por el campo, y tener una vista de lince, serán las principales características que debemos de tener para este tipo de caza.



La finca es una preciosidad, abunda el olivar y está repleta de zanjas con matorral que le sirve de cobijo a estos pequeños huidizos.

Una vez en el cazadero cada uno tenemos nuestro camino, ya sabido de otras jornadas de caza, y tras bajarnos del coche,nos preparamos, cargamos y nos disponemos a andar.


Juande cobrando un conejo.


Lo dicho, en esta caza no se puede ir con prisa, pues los conejos se encuentran fuera de las madrigueras en las primeras horas del día y lo que pretendemos es dar con ellos, mientras comen o esperan inmóviles en las bocas de las madrigueras.


Tras unas pateada de unas 3 horas y habiendo fijado anteriormente la hora de vernos en el coche volvemos al punto de partida.




Ahora viene el sano pique entre los dos,quién habrá matado más o quien habrá estado más ¨fallón¨ esta vez…Entre risas y especulaciones vamos descargando el zurrón.


Juande y un servidor con una de las perchas


Las perchas no son muy abundantes, lo que prima aquí es la calidad del lance y el saber andar por el campo, intentándole ganar la batalla a ese conejo que juega en su territorio.



Juande y un servidor en una buena jornada en Las Capitanas
De vuelta, parada en el cortijo para tomar algo y refrescarnos en esa calurosa mañana de verano y vuelta a Córdoba.Mientras, Juande siempre me entretiene con alguna historia de tantas que tiene en esos campos de Dios.


Juande y Nico Priego en el viaje de vuelta.