viernes, 3 de febrero de 2017

Nos vamos de conejos a tierras Jiennenses.


La caza da muchos amigos, pero esta vez el que me llama para cazar con él, a pesar de que nos llevamos algunos años, es un amigo de estos con los que sabes que puedes contar para todo, y cuando hablo para todo, es para todo, es una persona que me ha enseñado muchas cosas y me ha dado consejos muy valiosos para la vida misma.

Esta vez me dispongo a cazar con mi gran amigo Juande Agredano. Juande es conocido en el mundo de la caza por haber tenido durante más de 20 años una rehala de las llamadas de ¨catrecillo¨. A sus espaldas cientos de monterías y cientos de reses abatidas. Con Juande he pasado jornadas inolvidables de caza menor.

La media veda siempre la inaguramos por tierras jiennenses y es que su mujer, Belén, tiene por allí un olivar dónde los conejos abundan.

Muy temprano quedo en su casa para recogerlo, cargamos el coche y sin demorarnos mucho,porque en pleno mes de agosto, no se puede estar en el campo pasando las 11 de la mañana, partimos hacia la primera parada, que será en el surtidor que hay camino de Madrid.
Tras un café,emprendemos la marcha, en poco menos de una hora llegamos a Las Capitanas.


 La modalidad que allí practicaremos es la caza del conejo a rececho. Mucha paciencia, saber andar por el campo, y tener una vista de lince, serán las principales características que debemos de tener para este tipo de caza.



La finca es una preciosidad, abunda el olivar y está repleta de zanjas con matorral que le sirve de cobijo a estos pequeños huidizos.

Una vez en el cazadero cada uno tenemos nuestro camino, ya sabido de otras jornadas de caza, y tras bajarnos del coche,nos preparamos, cargamos y nos disponemos a andar.


Juande cobrando un conejo.


Lo dicho, en esta caza no se puede ir con prisa, pues los conejos se encuentran fuera de las madrigueras en las primeras horas del día y lo que pretendemos es dar con ellos, mientras comen o esperan inmóviles en las bocas de las madrigueras.


Tras unas pateada de unas 3 horas y habiendo fijado anteriormente la hora de vernos en el coche volvemos al punto de partida.




Ahora viene el sano pique entre los dos,quién habrá matado más o quien habrá estado más ¨fallón¨ esta vez…Entre risas y especulaciones vamos descargando el zurrón.


Juande y un servidor con una de las perchas


Las perchas no son muy abundantes, lo que prima aquí es la calidad del lance y el saber andar por el campo, intentándole ganar la batalla a ese conejo que juega en su territorio.



Juande y un servidor en una buena jornada en Las Capitanas
De vuelta, parada en el cortijo para tomar algo y refrescarnos en esa calurosa mañana de verano y vuelta a Córdoba.Mientras, Juande siempre me entretiene con alguna historia de tantas que tiene en esos campos de Dios.


Juande y Nico Priego en el viaje de vuelta.




1 comentario:

  1. El placer de cazar contigo es mio. Allí la caza hay que ganarla y sufrirla un poco, Las Capitanas no te la regala. Y las gracias a la jefa, que es la que nos deja cazar allí. Un artículo entrañable. Muchas gracias. (Jd Agredano)

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