Quedé un día para tomar café con un amigo de Cardeña, Ángel, que es el presidente de una peña de allí del pueblo, Añedrac.
Mientras tomábamos café y charlando de caza ,me comenta que próximamente van a dar una montería cerca del pueblo, San Leonardo y tenía que ir a echar de comer, total que me dice que lo acompañe y como no, acepté la invitación.
Estando en la finca, me encandiló con una armada por la que pasamos, es la armada del ¨poste¨, una traviesa con unos puestos de testero impresionantes. Mientras estábamos allí me comentó que era una de las armadas punteras de la montería y que no solía fallar.
Casi finalizada la temporada de caza hace un par de años, recibo una llamada de Ángel para decirme que se le ha quedado un puesto libre en una montería de su peña, San Leonaro, así que acepto, ya que tenía muchas ganas de montear con ellos.
Esta vez me acompañó al puesto mi padre, creo que no hay mejor compañero de caza que un padre, se disfruta de una manera diferente estando con él en el puesto.
Mi padre, Juan Priego y un servidor. |
Llegamos a Cardeña y entre platos de migas y copas de anís, comienza el sorteo...No pude elegir sobre, puesto que me nombraron el último y tuve que coger el sobre que quedaba encima de la mesa, cuál fue mi sorpresa al abrirlo que sería el número 3 del poste...menuda suerte. Imaginaros de camino al puesto las suposiciones de mi padre y mías...
El puesto era una maravilla, un puesto de testero con bastante monte cerrado, pero por el que se podía ver algún que otro claro.
Puesto a izquierdas |
Puesto a derechas |
Trascurre la montería y vemos como el puesto del al lado, con el que nos veíamos, pero no veíamos su tiradero, empieza a tirar un cochino. Mientras el cochino venía con los perros apretado, el puesto vecino le descarga el cargador, y ya en el último tiro, podemos ver mi padre y yo como viene de cara a nuestro tiradero... encaro esperándolo a que cumpla, quito el seguro y espero que los perros lo sigan llevando a mi tiradero... se va acercando al sitio donde lo espero y ahí aparece, encaro de nuevo, quito el seguro y....POM… tiro certero que lo hace rodar testero abajo.
Momento del tiro |
Mi padre y yo junto al navajero |
San Leonardo me dejó muy buen sabor de boca, una finca preciosa, pocos puestos y el buen hacer de esta peña hizo hacer de ese día, un día que nunca olvidaré.